Los autónomos y empresas contratamos asesorías para que nos lleven todos los trámites administrativos, fiscales y jurídicos que conciernen a nuestro negocio. Es importante que la asesoría cubra todas las áreas, puesto que de lo contrario, si nos aparece un problema imprevisto, tendremos que buscar otro profesional, con su correspondiente aumento de costes y empeoramiento del servicio, ya que no conoce en profundidad la realidad de la empresa.
A finales de los años 80 y principios de los 90, el gobierno creó una nueva carrera universitaria: Graduado Social. Yo estudié en una de las primeras promociones. Se estaba preparando una reforma profunda del mercado de trabajo. En pocos años aparecieron los primeros contratos temporales. Esto complicaba considerablemente el panorama laboral de las empresas. Aparecían nuevos contratos de trabajo, cada uno con sus peculiaridades. Hacía falta una base de profesionales que supieran moverse en aquel entramado recién creado.
Cuando terminabas la carrera te dabas cuenta de que la formación recibida en la universidad distaba mucho de la realidad de las empresas. Las empresas no contrataban a un asesor que les llevara en exclusiva los temas laborales. Necesitaban que se encargaran, además de la gestión del pago de impuestos, de mantener la contabilidad al día y de resolverles determinados temas legales, para los que el recién diplomado no estaba capacitado.
Con frecuencia, el graduado social debía formarse por su cuenta en disciplinas que le sonaban a chino, y asociarse con un economista y un abogado para que le supliera en aquellas áreas a las que no llegaba. Hoy, por suerte, las asesorías jurídicas para empresas son más completas, y se adaptan a la realidad concreta de cada uno de sus clientes.
Enrique Escalona, que dirige una PYME, dice que le da un gran valor a la cercanía. Tiene varios servicios contratados con la asesoría Dorado Rubio Asesores, de Fuenlabrada (Madrid) y agradece que aclaren todas sus dudas de manera rápida y eficaz. Le genera confianza que cualquier problema que le pueda surgir, se lo solucionen desde la asesoría. Este es el perfil de asesoría que triunfa hoy en día. Y es que, a día de hoy, un buen asesoramiento a una empresa no se puede reducir al campo laboral y fiscal. Estas son todas las áreas que debe cubrir.
Asesoría fiscal.
Uno de los asuntos que más preocupan a los empresarios es estar al día con sus obligaciones tributarias con el Estado. Es algo de capital importancia. Una deuda con las administraciones públicas es difícil de finiquitar. El impago de cualquiera de los impuestos va creciendo exponencialmente debido a que se aplican recargos e intereses de demora.
Llevar la gestión del pago de impuestos de un autónomo o de una empresa es un ejercicio complejo. No es como rellenar la Declaración sobre la Renta de un trabajador por cuenta ajena. Debes estar demostrando cada una de las operaciones económicas que realiza la compañía. Esto se debe hacer cada tres meses, es lo que se llama pagos trimestrales. En ellos se efectúa una retención de impuestos, que se regulariza con la declaración anual.
Las empresas son las encargadas de recaudar el I.V.A., el Impuesto sobre el Valor Añadido. El impuesto indirecto más importante que cobra el Estado. Lo recaudan añadiéndolo al precio de venta de productos y servicios, y se lo hacen llegar a Hacienda, mediante la diferencia entre el I.V.A. soportado y el I.V.A. repercutido. Es decir, entre el I.V.A. que la empresa ha pagado en sus facturas y el que ha cobrado. Esto obliga a Hacienda a mantener un control permanente sobre la actividad comercial de las empresas.
Asesoría laboral.
Todavía hay gente que piensa que un asesor laboral es el que redacta las nóminas de los trabajadores; y si a caso, el que tramita los contratos de trabajo. Esto no es así. Las relaciones laborales son unas de las relaciones más complejas que se dan en el marco de la empresa. Están bastante reguladas. Cada sector cuenta con su propio Convenio Colectivo y en ocasiones, las comunidades autónomas y las propias empresas también tienen el suyo. Un buen asesor laboral debe estar al tanto de esta regulación para hacer una gestión de personal que se ajuste a la ley.
Cuando surge cualquier conflicto laboral, individual o colectivo, la empresa requiere que el asesor le ayude a resolverlo. Un graduado social colegiado, por ejemplo, puede prestar representación jurídica a la empresa en un juicio laboral en primera instancia.
El derecho laboral está inmerso dentro del derecho civil, por lo que muchos casos se resuelven mediante mediación entre las partes. El asesor laboral debe ser, por tanto, un buen negociador, para resolver los conflictos sin necesidad de llegar a juicio.
De poco sirve contratar una asesoría laboral, si cuando surgen los problemas, el asesor no está a tu lado.
Asesoría contable.
Dice el portal Infoautónomos que la contabilidad es una herramienta indispensable para conocer la salud económica de una empresa, para allanar el camino a la hora de presentar la declaración del pago de impuestos y para tomar decisiones informadas que afectan a la marcha de la empresa.
Un autónomo no está obligado por ley a tener un plan de contabilidad, algo que no es así con las sociedades empresariales. Un plan de contabilidad cuenta con cuatro libros. El libro diario, en el que se registran todos los movimientos que efectúa la empresa (Ingresos y Gastos, Activo y Pasivo), el Libro de Inventario y cierre anual, el Libro Mayor y los libros inferiores como el de vencimientos, libro de caja, entradas y salidas de almacén, etc.
Lo que sí debe tener al día un autónomo es el registro del I.V.A. De todos modos, tener las cuentas claras y ordenadas son una condición básica para poder dirigir cualquier negocio. No nos olvidemos de que la realidad la reflejan los números, nunca nuestras impresiones.
Asesoría Jurídica.
Con más frecuencia de la que nos imaginamos, una empresa necesita de la asistencia de un abogado. Debe interpretar los contratos que la empresa suscribe con proveedores y clientes, y defender los intereses de su patrocinado cuando surge cualquier problema o conflicto.
Un abogado de empresa debe saber moverse por un amplio abanico de especialidades del derecho como el derecho civil, el laboral, el derecho mercantil, el derecho administrativo, derecho concursal, etc.
Es aconsejable que el abogado esté integrado en la asesoría de cabecera de la empresa. De esta forma dispondrá de una información precisa, necesaria para defender los derechos de su cliente. Podrá aconsejarle al empresario, con un mayor conocimiento, sobre las acciones legales que debe llevar a cabo.
Una empresa no es consciente de lo importante que es disponer de una buena asesoría jurídica hasta que realmente lo necesita.
Asesoría de seguros.
Existen una serie de seguros que son obligatorios para las empresas. Uno de ellos es el seguro de responsabilidad civil, que protege a la empresa sobre los daños a terceros que se pudieran derivar de su actividad económica, aunque estos se produzcan de manera involuntaria. Otro es el aseguramiento de toda su flota de automóviles y otro importante es el seguro de accidente de trabajo, que se suele suscribir con las mutuas.
Dependiendo de la actividad que se realice, la empresa puede estar obligada por ley a suscribir determinados seguros más.
De todos modos, hay seguros, que aunque sean voluntarios, son un dique de contención que protegen a la empresa ante situaciones complicadas, como puede ser la falta de liquidez. En estos casos no es que la empresa esté en quiebra, tiene una actividad económica continua que refleja su vitalidad, pero carece de recursos disponibles para hacer frente a los pagos. Estos seguros son algunos como el seguro de impagos, que le protege ante la morosidad de sus clientes, o el seguro de crédito, que cubre el pago de un determinado número de cuotas de préstamos o créditos que la empresa tiene suscrito con su banco.
A la hora de contratar seguros que faciliten la buena marcha de la empresa, esta deberá partir en todo momento de su situación concreta y de sus necesidades.
Transformación digital.
La incorporación en el mundo digital sigue siendo una asignatura pendiente para gran parte de las pequeñas y medianas empresas de nuestro país. Así lo reconoce el Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital en su web oficial, quien diseñó el programa del Kit Digital. Una partida de 3.000 millones de euros que el gobierno puso a disposición de PYMES y autónomos, por medio de bonos, para que pudieran adquirir soluciones que ya existen en el mercado referente a la creación y gestión de páginas web, presencia en internet, ciberseguridad, gestión de proveedores, etc.
Tanto para solicitar las ayudas públicas como para planificar en qué se invierten, es aconsejable contar con asesoramiento especializado. Al igual que sucede con los seguros, se deben adaptar a las necesidades, características y planes de la empresa.
Todas estas son las áreas que conforman el tipo de asesoramiento que necesita una empresa hoy en día. Tener un asesoramiento completo e integral puede ahorrarle muchos quebraderos de cabeza al empresario.