Que la economía está cambiando a un ritmo trepidante, es un detalle que no se le escapa a nadie. Esto crea buenas perspectivas para aquellas empresas que sepan aprovechar las oportunidades, pero también amenaza con expulsar del mercado a quien no sepa adaptarse. Estos son algunos retos para la industria en el siglo actual.
La industria 4.0 es un concepto reciente que pretende asociar el desarrollo de la industria con la incorporación de los adelantos tecnológicos en una economía cada vez más globalizada. Parte de la hipótesis de que estamos viviendo en los albores de la 4ª revolución industrial, donde fenómenos como la Inteligencia Artificial, la robótica o la biotecnología van a determinar en gran medida la producción de bienes.
En su artículo “Retos de la industria española en el siglo XXI: La Industria 4.0”, la economista Rosa García, afirma que la industria es el principal indicador de la riqueza de un país. Durante algo más de dos siglos, la industria ha sido el motor principal de la economía, representado el 34% del PIB mundial. En la actualidad, el sector industrial parece haber perdido el ritmo de los tiempos. En un mercado globalizado, los consumidores demandan productos personalizados, de alto valor añadido y a precios competitivos. Unas exigencias que alteran, en cierta medida, la tradicional producción en serie.
Los consultores de Crowe, una auditoría integral orientada a la industria moderna, opinan que la gestión de una industria debe integrar de forma armónica diferentes aspectos como la tecnología, la contabilidad, el marketing y la innovación.
Vivamos o no una cuarta revolución industrial, lo cierto es que las industrias actuales están obligadas a afrontar una serie de retos para no quedar obsoletas. Estas son algunas de las áreas donde deben concentrar sus esfuerzos.
La digitalización.
La digitalización es una condición sin equanum para estar presente en la economía actual. Lo hemos visto, por ejemplo, en la industria del entretenimiento. Soportes físicos como los discos, los CD, o las cintas de vídeo han desaparecido de nuestra vida y han sido sustituidos por descargas digitales.
Relacionamos la digitalización con la presencia en internet, pero esto no es más que la punta del iceberg. Eso no es suficiente. Las herramientas digitales, otro aspecto de la digitalización, permiten, por ejemplo, automatizar determinados procesos y tareas repetitivas. Consiguiendo que se resuelvan automáticamente sin necesidad de la intervención humana. Esto libera mano de obra para realizar tareas más productivas o que aumentan el valor añadido de los productos.
Con la digitalización producimos más en menos tiempo. Pero no nos olvidemos, el recurso más preciado de una empresa sigue siendo la mano de obra. Los trabajadores continuarán siendo necesarios para asegurar la calidad de los productos o para supervisar y ajustar las herramientas informáticas.
Un avance tecnológico que ha irrumpido con fuerza es la Inteligencia Artificial (la I.A.). Parece algo nuevo, pero el hombre lleva trabajando en ella desde hace décadas. A pesar de ello, aún estamos en los inicios de todo lo que esta tecnología puede llegar a ofrecernos.
Se ha creado cierta polémica con la irrupción de la I.A. Hay, quien piensa que la Inteligencia Artificial va a sustituir al hombre. Estos son temores infundados. Aparecen siempre que un adelanto tecnológico revolucionario aparece con fuerza.
La mecanización de la agricultura durante el siglo XX liberó mano de obra que se desplazó desde el campo hasta la ciudad. Máquinas como las cosechadoras sustituyeron cuadrillas de jornaleros que se dedicaban a segar tierras de cereales. Pero no acabó con el trabajo. Los antiguos jornaleros pasaron a trabajar como obreros industriales o como trabajadores de servicios. Contribuyendo al progreso de la sociedad.
Algo parecido sucederá con la I.A. No sabemos cómo ni cuándo se dará. Lo que sí sabernos es que ahora las empresas deben aprender a manejarla e integrarla en su producción.
El mercado globalizado.
Internet ha derribado las barreras geográficas como nunca antes había sucedido en la historia. La posibilidad de mover las mercancías de una punta a otra del planeta con facilidad ha dejado de ser patrimonio exclusivo de grandes multinacionales.
Hoy, con un buen trabajo por internet, una pequeña empresa local, de Murcia, por poner un ejemplo, puede vender sus productos a consumidores de Holanda. Los consumidores podemos comprar directamente productos a los productores de otros países sin esperar a que una gran distribuidora internacional; digamos Carrefour, nos lo traiga hasta nuestra ciudad.
Estas nuevas posibilidades crean nuevos problemas, que antes las pequeñas industrias no se planteaban. El primero de ellos es la logística y el transporte. Hoy, una industria local puede recibir encargos internacionales. Esto le obliga a transportar sus productos hasta otro país.
Debe estudiar cómo hacerlo e integrar el coste del transporte en el precio del producto, para no arruinarse con los envíos.
Internet ha abierto el campo del comercio minorista para empresas productoras. Una manera de eliminar intermediarios y hacer que el beneficio recaiga en un mayor porcentaje en el productor. Esto, al mismo tiempo, facilita el contacto entre el consumidor y el productor, pudiendo el primero incidir en los bienes que le interesa y obtener productos más personalizados y ajustados a sus gustos.
Sin embargo, la producción sobre demanda, a pequeña escala, es siempre más costosa y arriesgada que la producción en serie. También el transporte se encarece. Algo que las empresas deben estudiar y resolver.
El mercado se ha globalizado, pero no las normativas de los países. Cada país tiene su propia legislación, su propia política arancelaria y sus propios estándares de calidad. Algo que deben conocer las empresas y tenerlo en cuenta si venden sus productos a escala internacional.
Cuidado del planeta.
La protección del medioambiente se ha convertido en una de las grandes preocupaciones de la humanidad. Sin duda, las manifestaciones del cambio climático han contribuido a ello. Esto golpea de lleno al sector industrial, acusado con frecuencia como uno de los principales responsables de la contaminación del planeta.
Como sucede con cualquier cosa de la vida, meter todo en el mismo saco es un error. No contamina lo mismo una central térmica que quema carbón para producir electricidad que una fábrica de juguetes.
La industria, en cierta medida, está obligada a ganarse el favor del público adoptando medidas respetuosas con el medio ambiente. Esto les lleva a utilizar materiales reciclados, tanto en sus productos como en los embalajes, y a colaborar con iniciativas que protegen el planeta.
El compromiso de una industria con el cuidado del planeta mejora su imagen pública. La población valora mejor las empresas que respetan el medioambiente que aquellas que no lo hacen. En estos momentos, la sociedad lo tiene asumido como una tarea colectiva, donde el papel de las empresas es primordial. Algo que obliga a la industria a plantearse de otra manera la forma de producir.
Un aspecto relacionado con el medioambiente es la autonomía energética. El mundo actual es dependiente de los hidrocarburos. Una fuente de energía altamente contaminante. A esto se le une que Europa no es productor de carburantes fósiles, lo que le obliga a importarlo de otras partes del mundo (Rusia, Estados Unidos, Oriente Medio) encareciendo notablemente los productos.
Impulsar el autoconsumo de energías renovables, como la energía solar, cuida el planeta, al mismo tiempo que abarata costes a largo plazo y aumenta la autonomía energética de la empresa. Estas son mediadas que se están poniendo en práctica en países como Alemania, donde encontramos edificios independientes energéticamente por medio de paneles solares. España, con mejores condiciones climatológicas, aún le queda mucho por hacer en este campo.
Capacidad para captar el talento.
La página web Atlas Tecnológico señala que uno de los problemas que tiene la industria actual es su incapacidad para captar y retener nuevo talento y personal cualificado. Como hemos visto, son muchas los cambios y tareas nuevas que deben acometer las empresas industriales, sin embargo, no tiene personal preparado para llevarlo a cabo.
La demanda de perfiles como licenciados en ciencias, I.T. (Tecnología de la información), ingeniería y matemáticas va a crecer un 8%. De los 107 millones de oportunidades de trabajo que se esperan ofrecer en la Unión Europea durante el 2025, 47 millones irán dirigidos a personal altamente cualificado.
Un estudio publicado por la auditoría WeEqual indica que el perfil predominante en los puestos de dirección de las empresas españolas son varones de entre 50 y 59 años con formación universitaria relacionada con ciencias sociales, economía y administración de empresa. Se espera, por tanto, un relevo generacional, que a nivel de Europa implica más de 7 millones de puestos de trabajo. En nuestro país, en concreto, percibimos una carencia de cuadros técnicos y tecnológicos. Son estos profesionales los que necesitamos para modernizar la industria española.
Para formar este personal necesitamos poner en marcha un plan educativo y universitario que potencie este tipo de carreras y que las adapte a las necesidades reales de las empresas. Al mismo tiempo, las empresas deben ofrecer condiciones atractivas de trabajo para que los licenciados no se marchen fuera.
Todo esto no es un camino sencillo, pero recorrerlo es lo que puede hacer que la industria española sea competitiva a nivel mundial.