La falta de liquidez es uno de los problemas más frecuentes en las empresas. Esto no significa que la empresa no funcione o que no sea rentable. Sencillamente, carecen de fondos disponibles para hacer frente a determinados pagos. El anticipo de facturas es una herramienta útil para sortear estas situaciones desagradables.
En algunos sectores, el cobro de los trabajos no es inmediato. Uno de los ejemplos más claros es el sector de la construcción. Una promotora inmobiliaria invierte en la construcción de un bloque de viviendas. Sin embargo, hasta que los pisos no se venden, no recupera la inversión, Puede vender sobre plano, como se ha hecho muchas veces, ofreciendo descuentos a los compradores, pero el negocio aparece cuando el edificio está terminado. Hasta ese momento, deberá pagar los sueldos de los obreros, los materiales de construcción y las licencias de obra, entre otras cosas.
Todas las empresas coinciden en señalar que la Administración es uno de los mejores clientes. Te garantiza un cobro seguro de las obras y servicios. Sin embargo, las administraciones públicas no pagan de inmediato. Ofrecen plazos de pago a 30, 60 y 90 días desde que se aprueba la factura. Un sistema de pago que se ha extendido aparte del sector privado.
Como sucede en la vida, el funcionamiento de las empresas también es susceptible de sufrir imprevistos. Problemas que no se tenían calculados y que aparecen de manera inesperada. La resolución de estos problemas suele requerir un desembolso económico. ¿Qué pasa si la empresa no tiene dinero suficiente para afrontarlo en ese momento? Esta situación es más frecuente de lo que pensamos, a pesar de que casi todas las empresas cuentan con un fondo de contingencias para estas situaciones.
El fantasma de la falta de liquidez.
La revista digital Emprendedores afirma que 1 de cada 4 empresas de este país no tienen liquidez suficiente para cubrir sus deudas a corto plazo. Este problema se centra sobre todo en las Pymes, que suelen tener menos margen de maniobra económica que las grandes empresas.
Este 25% del tejido empresarial español tiene un ratio de liquidez igual o inferior a 1. Es decir, sus deudas y gastos son iguales o ligeramente superiores a la caja efectiva que tienen para hacerles frente.
Según un estudio realizado por Iberinform a partir del análisis de 240.000 empresas afincadas en nuestro país, los sectores que mejor ratio de liquidez tienen son la industria manufacturera, con un ratio de 1,81, el sector de las comunicaciones (1,80), la industria extractiva (1,75), los servicios a otras empresas B2B (1,74) y el comercio (1,70).
En el lado contrario de la balanza encontramos a la hostelería (1,30), a la educación (1,43), a la agricultura (1,45) y a la sanidad (1,57).
La revista señala que muchos de estos problemas de liquidez no obedecen a una gestión deficiente de las empresas, sino a que se encuentran afectadas por la morosidad de sus clientes. En la mayoría de los casos, otras empresas.
Y es que la falta de liquidez es un problema estructural. Un fenómeno que lastra la economía y que se extiende como un virus. Una empresa no puede cobrar a tiempo un trabajo y, por tanto, no puede pagar cuando toca a sus proveedores. Pasando la pelota de unos a otros y haciendo la bola de nieve cada vez sea más grande.
Tal es el impacto de la falta de liquidez de las empresas, que la Unión Europea se ha propuesto reducirla con la obligatoriedad de la factura electrónica. Una medida que se espera que se implante en breve en nuestro país.
El anticipo de facturas, una herramienta para solventar la falta de liquidez.
Los agentes de Workcapital, una empresa financiera privada especializada en la financiación de pequeñas y medianas empresas, señalan que el anticipo de facturas es un instrumento útil para resolver la falta de liquidez de las empresas.
El anticipo de facturas consiste en que las facturas a nuestros clientes se endosan a una empresa financiera antes del vencimiento del pago, y esta empresa nos la abona, descontando una comisión por gastos de gestión.
De esta manera, la empresa dispone de inmediato del dinero de la factura, y la empresa financiera se encarga de cobrársela al cliente.
Esta es una forma de hacer efectivo un derecho económico que tiene la empresa, el derecho a cobrar el trabajo realizado, sin tener que estar pendiente del abono de la factura y sin correr el riesgo de impago, que siempre existe.
No supone un endeudamiento de la empresa, como sería solicitar un crédito bancario, sino que es un medio de financiación que se deriva de su actividad natural.
El anticipo de facturas puede ayudar a una empresa a hacer frente a unos pagos que, en un momento determinado, no puede afrontar por falta de liquidez. Como pueden ser los pagos trimestrales a Hacienda o el pago de sueldos a la plantilla, en un mes que ha venido complicado.
También lo puede utilizar la empresa como sistema habitual de financiación, minimizando de esta forma el efecto de la morosidad. Aunque debe saber que habrá una parte de la facturación, las comisiones, que no las va a percibir.
El anticipo de facturas resulta interesante para el cobro de trabajos realizados a otras empresas y para hacer efectivas facturas de ticket alto.
Otros métodos de obtener liquidez.
Existen otros métodos de obtener liquidez de manera rápida sin tener que vender los activos de la empresa. Estos son algunos de los más utilizados:
- Descuento de pagarés. El descuento de pagarés es parecido al anticipo de facturas. Los pagarés son obligaciones de pago que deben realizar los clientes pasado un plazo. El caso más habitual son los trabajos para las administraciones públicas. Firmado un contrato de obra o servicio para un ayuntamiento, diputación, comunidad autónoma o para el Estado, este emite un pagaré que se hará efectivo pasado 30, 60 o 90 días desde que se firma el contrato o desde la finalización de la obra. Este pagaré funciona como un medio de pago y se puede vender a una financiera o a otra empresa con el descuento correspondiente.
- Reserva de pedido o venta por adelantado. Este es un sistema de funcionamiento habitual entre muchas empresas de servicios. La empresa cobra al cliente el servicio por adelantado o una parte del mismo, por lo general el 50%, para evitar la morosidad y, sobre todo, para hacer frente a los gastos habituales de la empresa.
- El crowdfunding. El crowdfunding o micromecenazgo es un método de financiación bastante popular en estos momentos. Consiste en recibir pequeñas aportaciones de particulares que simpatizan con el proyecto a cambio de una ventaja especial. Ventaja que puede ser recibir los productos antes que nadie, una pequeña participación en los beneficios cuando se produzcan o hacer sugerencias sobre los servicios de la empresa. Este sistema de financiación se utiliza mucho en el sector de la cultura y en las organizaciones sociales.
- Leasing/renting. El leasing y el renting no son sistemas de financiación en sí mismos, pero sí suponen un ahorro en cuanto que la empresa no tiene que desembolsar grandes cantidades de dinero en la adquisición de equipos para desempeñar su actividad, ni tiene que endeudarse con los bancos para adquirirlas. El leasing hace referencia al alquiler de maquinaria industrial, en ocasiones con opción a compra, y el renting se centra en alquilar la flota de vehículos que utilizará la empresa.
Buscando autonomía frente a la financiación bancaria.
La Asociación Española de Banca (A.E.B.) reconoce que el 70% de la financiación de las empresas en la Unión Europea proviene de los bancos. Las líneas de crédito han sido la forma habitual de muchas empresas para asegurar la liquidez.
Sin embargo, como indica la propia A.E.B., el problema radica en la dependencia excesiva de la financiación bancaria. Si una empresa depende para su financiación de los créditos y contratos suscritos con su banco, en el momento en que aparece la morosidad y no puede pagarlos, se arriesga a perder el acceso a financiación.
En tal caso, la empresa aparecerá en un registro de morosos como el A.S.N.E.F. o el R.A.I. y cualquier entidad bancaria se negarán a darle crédito.
La propia A.E.B. sugiere la diversificación de las fuentes de financiación. Es decir, que las empresas no dejen su financiación en una sola fuente.
La crisis del 2008, la mayor crisis financiera que hemos vivido en la historia reciente de la humanidad, y que supuso la quiebra del sistema bancario en muchos países. En EE.UU. o en España, los bancos tuvieron que ser rescatados con dinero público y con créditos del Fondo Monetario Internación, del Banco Mundial y del Banco Central Europeo. Nos dejó la conclusión de que no podemos depender de los bancos.
Desde entonces, las empresas no han cesado de buscar formas alternativas de financiación.
Lo mejor de esto es que con un buen análisis financiero, cualquier empresa puede detectar maneras de obtener liquidez derivadas de su actividad y que no representen para ellas un endeudamiento. Como el anticipo de facturas.