Internet también ha supuesto un avance en las maneras de acercarse a los servicios que determinadas empresas ofrecen al cliente. Los servicios jurídicos, que a priori pueden resultar complejos para contratar por internet, sí ofrecen en cambio la posibilidad de contratar –o al menos de informarnos sobre ello– a un abogado para nuestro caso concreto. El bufete de abogados de Miguel Durán, por ejemplo, dispone en su sencilla página web de la posibilidad de recibir, mediante la opción de rellenar una solicitud, un presupuesto ajustado a nuestro caso concreto, ya sea un despido que consideramos improcedente o la resolución de unos pagos por parte de la empresa. Lo que sea; el letrado Miguel Durán, habitual de algunos programas televisivos cuando toca hablar de derecho laboralista o civil, lleva desde hace décadas trabajando para que sus servicios alcancen la necesidad de cualquier persona que esté atravesando una situación delicada en el puesto de trabajo o que tenga que resolver cualquier tipo de pleito en el que los intervinientes sean ella y la empresa donde desarrolla su actividad laboral.
Nunca es grato tener la necesidad de contratar un abogado para que nos defienda. No lo es, porque eso significa que tenemos que vernos involucrados en una serie de procesos farragosos con la ley: juicios, lecturas de cargos, preparación de papeleos, entrega de documentación, etc. Además, porque generalmente, en estos casos en los que los litigios meten por medio a las empresas, los contrayentes se conocen y han mantenido algún tipo de relación laboral o comercial, lo que hace más incómoda la situación de verse las caras en un juzgado.
Sin embargo, está claro que, más allá de incomodidades obvias, cada uno ha de luchar por lo que considera suyo y, en este caso, lo mejor para garantizar un nivel de éxito elevado es rodearse de un grupo de profesionales experimentados que sepan agilizar los trámites e ir al fondo de la cuestión con la certeza de que van a salir triunfantes del pleito. En ocasiones, los abogados laboralistas pueden ser contratados directamente por vía de los sindicatos, aunque cada vez más gente es reacia a ello. Gran parte de la población confía ya muy poco en estos sindicatos, cuyo declive viene de lejos y acumula varios años de caída. Este es el motivo principal de que muchos clientes prefieran buscarse la vida a la hora de contratar a quien ellos consideran un abogado de calidad y garantías. Aunque eso les pueda resultar más caro y costoso. Sin embargo, en determinados momentos, prima la seguridad sobre el bolsillo.
¿Y cuáles son los casos más defendidos por los bufetes de abogados laboralistas? Evidentemente, si hacemos un estudio, los despidos y toda la problemática derivada de los expedientes de regulación de empleo fraudulentos, sumado a algunas otras prácticas empresariales de dudosa reputación, serán los más denunciados. Con el agravamiento de la crisis, muchos empresarios han visto la oportunidad de sanear sus malogradas arcas a base de imponer medidas supuestamente legalizadas a sus trabajadores y a sus compañeros. No obstante, si analizamos fríamente estas medidas, acompañados de alguien que sea experto en las mismas, probablemente nos sorprenderemos de que muchas de ellas sean directamente ilegales.
Este es uno de los principales trabajos de los bufetes laboralistas, que velan por la seguridad y el bienestar de los que menos defensa pueden ofrecer ante las grandes empresas y conglomerados. Gracias a su inestimable trabajo en la sombra se han conseguido reconducir determinadas situaciones, como el ERE de Coca Cola, hace unos meses, por ejemplo, aunque en este caso la empresa multinacional se resistió a cumplir determinadas resoluciones durante un largo periodo. No es el único foco en el que trabajan los bufetes laboralistas, en cambio. Otro de los puntos calientes de su día a día es el de los accidentes laborales, gracias a los que empresas y trabajadores se ven inmersos en tira y afloja constantes para determinar las responsabilidades de cada uno y para ver si realmente el accidente ha sido en el trayecto al trabajo o no. Además de otros conflictos.