¿A qué huelen las ciudades? Es algo que siempre me preguntó cuando voy de viaje, ya sea por asuntos profesionales o personales. Alguna vez lo has pensado. Yo soy un obseso de los olores y siempre que voy a los sitios me gusta que huelan a algo. Supongo que es algo que me viene desde pequeño cuando veraneaba en un pueblo de Palencia llamado Aguilar de Campó. Seguro que te suena porque es donde se hacían las famosas galletas María, y desde ese tiempo siempre las ciudades me recuerdan a algo. Afortunadamente, aunque la empresa cerró, lo volvieron a abrir, y cuando voy, ahora mucho menos de lo que pensaba, no lo echo de menos.
Por ejemplo cuando voy a Barcelona todo me huele a contaminación. Algo que me pasa con Madrid, de ahí que sus ayuntamientos tengan que tomar medidas. Esto es una pena porque dos ciudades tan bonitas no se merecen esto. Todo lo contrario me ocurrió cuando estuve en Vitoria. Por algo es la ciudad más verde de España. Sus calles me huelen a flores, a limpieza y a frescor. Una ciudad muy recomendable.
Cádiz, allí es donde voy siempre de vacaciones de verano, me huele a pescadito frito. San Sebastián siempre me huele a carne y Santander a mar. No incluyo en este listado pueblos. Porque pienso que para cada uno es algo muy especial y donde los olores se juntan con los sentimientos. Como ocurre cuando en una casa hay un recién nacido.
Otra cosa curiosa es cuando viajé a Edimburgo, en Escocia. Cuando la visité me olía a mar, o a hierba recién cortada, a café, a bares de fish & chips o destilerías de malta, por ejemplo. Algo parecido cuando estuve en Londres, donde todo me olía a curry, ya sabes esa especia que usan en todas sus comidas.
Pinza en la nariz
Pero no todo va a ser oler bien, también hay algunas ciudades que tienen mucho que mejorar. Donde es mejor ir con una pinza en la nariz. Recuerdo un viaje a Nueva York, donde el único “pero” es su olor desagradable, sobre todo en algunas estaciones del Metro. Y recuerdo que aún era peor por las noches. Aunque donde peor lo pasé fue en Nueva Dehli, en India. Todo es por culpa del río Yuma, que sirve como vertedero de aguas negras. En esos momentos es cuando eché de menos no tener ambientadores de los que me compró en Essensi. Uno de los que más me gusta es el de chicle de fresa, que me recuerda a mi infancia.
Las ciudades, sus barrios típicos y las calles que le dieron origen a la urbe tienen la particularidad de almacenar olores que podrás sentir si te detienes un minuto y eres consciente de lo que estás respirando. Cada vez son más las personas que indican que factores como la calidad del aire, los olores, o el descanso son elementos más valorados por los ciudadanos, ante todo en Europa, así que estos mapas pueden ser el primer camino para ayudar a mejorar los olores en las ciudades. Y a ti, ¿a qué te huelen?