Uno llega a una edad que eso de salir de fiesta a los bares o discotecas se lo deja para los más jóvenes. Lo he podido comprobar cuando acudo al pueblo. La verdad es que uno quiere seguir siendo lo que fue, pero no es posible. Eso de tomar unas cañas previas a la cena, luego darse un buen atracón y para terminar las copas, ha pasado a la historia. Primero por la salud del bolsillo. No tiene nada que ver lo que valía el alcohol con lo que vale ahora. Por cierto, habrá que prepararse porque el ministro Montoro ya ha dicho que vuelve a subir.
Así que cada vez estoy más feliz de mi idea. Una tarde con los amigos recordamos que cuando éramos críos, y no teníamos dinero (casi como ahora) pues nos íbamos a una bodega de las afueras de pueblo, normalmente estaban abandonadas, y nos cogíamos bebida del supermercado, unas bolsas de patatas y hacíamos nuestra fiesta particular. Barata y divertida. Pues simplemente había que hacer eso pero 30 años más tarde. La idea nos pareció perfecta.
Así es como surgió la idea de hacer merenderos en los pueblos. Los que viven allí, es más fácil porque tienen su casa y se lo pueden hacer. En mi caso, la vivienda está compartida en el testamento por tres personas, mi madre y sus dos hermanos, así que no podía hacer nada. Ya se sabe los típicos problemas de compartir una casa. Estuve mirando por Internet y vi que un vecino vendía una panera, algo así como una despensa. Tras hablarlo con mi pareja decidí realizar la compra.
Nos pusimos en contacto con una empresa de reformas y les dije lo que quería. Les comenté que quería que me lo habilitaran como si fuera un merendero. Es decir, necesitaba un horno para hacer las comidas, los lechazos y todas esas cosas ricas. Luego una cocina pequeña, por supuesto salidas de agua y de luz. Un baño para no tener que salir a la era y una especie de minihabitación para meter una cama y poder hacer noche en los días que nos pasemos con el agua de fuego. La verdad es que quedó de maravilla.
No es un gasto, es una inversión
El presupuesto, aunque suene raro, no se salió de madre y los profesionales respondieron a lo dicho. Ahora ya podemos ir al pueblo siempre que queremos. Y mis amigos han tomado ejemplo y también se han hecho sus propios merenderos. Ahora muchos sábados nos reunimos, ponemos dinero entre todos y compramos comida y bebida. Además las mujeres están tan contentas porque somos los hombres los que nos ocupamos de cocinar. Algunos ejemplos han sido caracoles con chorizo, otro día cochinillo y la última vez, cangrejos en su salsa. No suele faltar un postre suculento y como no, unos digestivos. Así nos dan las 3 o las 4. Ahora por suerte no tengo que coger coche y me quedo a dormir allí.
Si a esto le sumamos que pasamos un buen rato, que contamos historias de pasado, presente y futuro, todo hace que el lazo de amistad se haya unido. Os recomiendo que si tenéis pueblo, hagáis una especie de merendero, bodega o algo similar para poder pasar estos ratos tan divertidos. No sale muy caro y al final resulta ser una inversión, porque el dinero que ahorramos en cenas en restaurantes o en copas en los bares, es considerable.