Cuando paseamos por cualquier centro comercial vemos una gran cantidad de tiendas y restaurantes que están por todos sitios. En la sociedad de hoy en día, en la que se intentan buscar inversiones en las que el riesgo es mínimo, es normal buscar negocios que funcionen para invertir en un igual o similar.
La franquicia, tal y como la conocemos hoy en día, es una relación comercial entre dos partes en la que el franquiciador cede al franquiciado el derecho a utilizar una marca empresarial, unos conocimientos (know how) y una imagen comercial durante un tiempo y lugar determinado, a cambio del pago de unos cánones y derechos.
La franquicia se ha puesto de moda como una inversión que aporta más seguridad que algunas inversiones financieras. Además, existen franquicias de muchos tipos, las cuales pueden encajar con los conocimientos previos del franquiciado. Quizá el tipo más famoso de franquicias es el de los restaurantes, cafeterías y tiendas de alimentación, ya que se requiere una inversión que tiene muchas posibilidades de recuperarse.
Los aspectos positivos se entienden por un lado a favor del franquiciado y por otro a favor del franquiciador, empezaremos exponiendo los puntos más positivos a favor de este último. Pues bien, en primer lugar, el franquiciador cede el uso de su marca, imagen comercial y saber hacer. Es el encargado de proporcionar todos los medios técnicos e intelectuales para hacer que el negocio funcione.
Pese a todo no pierde la marca, simplemente la cede por un tiempo y en un lugar concreto. Una marca es un bien de inmovilizado material, es decir no se ve, pero tiene un valor. El uso de una marca de reconocido prestigio genera una conexión de calidad con el cliente, y eso tiene un precio. Por lo tanto, el franquiciador tendrá derecho a recibir cánones de entrada, así como royalties e incluso un porcentaje de las ganancias.
Además, el franquiciador puede proveer, y así lo hace en la mayoría de franquicias, de todo lo necesario para que el franquiciado pueda trabajar. Por ejemplo, en una franquicia de restaurantes, se obligará al franquiciado a comprar a través del franquiciador todo lo necesario para llevar a cabo la actividad.
Pero también hay inconvenientes para el franquiciador, y un inconveniente muy común es que, una vez que se termina el contrato, puede existir un riesgo de que se siga llevando a cabo la actividad con un nombre diferente. O también existe la posibilidad de que se filtren los detalles que diferencian a la franquicia de sus competidores. Establecer pactos para evitarlo es esencial.
Ventajas e inconvenientes para el franquiciado
El franquiciado que decide formar parte de una franquicia, adquiere la cesión de una marca de reconocido prestigio, un saber hacer, el derecho a formar parte de una cadena de suministros, y un modelo de negocio que funciona. A cambio tiene que desembolsar unos cánones y royalties, y porcentaje de beneficios, que pueden llegar a ser bastante altos en función de la franquicia.
Pero estos pagos pueden ser recuperados con muchos beneficios, porque la franquicia tiene un modelo de negocio que está probado que funciona, y por tanto el franquiciador tiene que seguir las pautas recomendadas por el franquiciador. Además, se asegura de un asesoramiento continuado por parte de la franquicia.
El mayor inconveniente es que el franquiciado realiza una inversión que puede ser amortizada durante el periodo del contrato, pero una vez que acaba el término puede encontrarse con una situación en la que no ha recuperado la inversión. Pero esto solo pasa, normalmente en los casos en los que el negocio falla en aspectos económicos derivados de una mala gestión del franquiciado.
Por eso es necesario elegir a franquicias que sean referente en su sector, como por ejemplo puede ser El Molí Pan & Café, una franquicia referente en panadería y cafetería artesanal y cosmopolita que destaca por sus locales auténticos, acogedores y de diseño vanguardista. La importancia de una marca que se asocie con calidad, puede determinar el éxito de la inversión.
