Según diferentes estudios de psicología, la ropa con la que nos vestimos revela nuestra personalidad, ya que las que las prendas que elegimos reflejan un tipo de comunicación no verbal que dice mucho de nosotros. Por eso existen ciertos empleos y algunas corporaciones que imponen códigos de vestuario para definir la imagen que quieren proyectar a sus clientes, proveedores y socios comerciales.
Un artículo del portal Business Insider indica que personajes como Mark Zuckerberg, Barack Obama y hasta el mismo Steve Jobs han adoptado su propio ‘uniforme de trabajo’. Si bien este no se trata del mismo traje todos los días en el estricto sentido de la palabra, es un estilo definido que adoptan para identificarse frente a sus colaboradores y clientes.
El portal también señala que esta estrategia permite optimizar la rutina y elimina una situación potencialmente estresante de la vida cotidiana, que es la decisión de estar pensando qué ponerse cada día o cómo vestirse.
Carolina Páez, directora de Talento Humano de la Universidad Gran Colombia, considera que el uniforme se ha venido convirtiendo, incluso, en una estrategia de marketing.
De hecho, según los especialistas en materia, dependiendo del área que abarque la empresa el uso de determinado vestuario pasa a ser fundamental. Esto porque está comprobado que un trabajador con atuendo ejecutivo da mejor imagen ante la sociedad que quienes realizan sus labores con ropa más informal.
Por otro lado, es cierto que la diversidad en la forma de vestir de las personas depende de su propia personalidad y que esto debe ser respetado incluso en los lugares de trabajo. Pero, también existen ciertos empleos que requieren determinados códigos de vestimenta para lograr una imagen profesional ante clientes y competidores, como en el caso de la hostelería o la atención al cliente, o por códigos de seguridad laboral que buscan proteger al empleado durante trabajos de alto riesgo, como en algunos puestos industriales, centros de salud, etc.
En vista de todo lo expuesto, según el experto en eficiencia de negocios Andrew Jensen, las empresas ciertamente parecen estar en desacuerdo sobre cómo afecta su ropa de trabajo a la productividad:
Algunos sostienen que permitir ropa informal en la oficina implica que los empleados adopten una actitud casual, lo que deriva según ellos en una ética de trabajo informal (empleados perezosos). Otros argumentan que como a los empleados se les permite vestir con mayor comodidad, su confianza – y por lo tanto su productividad – se incrementará.
Y es que de hecho, uno de los indicadores clave de rendimiento más importantes para las empresas son los asignados a la productividad global. Aunado a programas de trabajo, herramientas tecnológicas y procesos, es el capital humano quien determina en parte una buena métrica en resultados.
No solo se trata que los empleados deben contar con lo necesario para realizar sus actividades de trabajo, lo cual incluye el uniforme de trabajo. Sino, que el uso de este uniforme está demostrado que aumenta la productividad de manera sustancial en los ambientes de trabajo y la cultura de una compañía. Más allá de que el uniforme empresarial cuente con características para establecer una imagen corporativa, esta vestimenta también sucede que determina factores de productividad específicos.
El uniforme empresarial es también una herramienta para incrementar la productividad en los ambientes de trabajo. Su selección, teniendo en cuenta tanto a empleados como actividades de trabajo, puede representar una de las mejores inversiones a largo plazo para la empresa.
El dilema de la uniformidad
Está claro que en temas tan subjetivos como el vestuario de los empleados incide directamente la visión del gerente. Por ejemplo, la gran mayoría de las empresas apuesta por la ‘la uniformidad de los empleados’.
Sin embargo, mucho es el debate sobre si esta es la decisión correcta y a muchos aún le queda la duda sobre cómo puede un código de vestimenta incidir en la productividad de gran impacto.
Un estudio patrocinado por el Colegio de la Maestría en California, publicó las siguientes conclusiones sobre el debate:
Hay un efecto sobre … el desempeño en el lugar de trabajo vinculado con la forma de vestir, informal o formal… La ropa casual tiene efectos igualmente positivos y negativos, según el área.
En conclusión, la ropa es una preferencia muy personal que, al menos desde un punto de vista estadístico, no hay mejor manera de predecir cómo la implementación de un código de vestimenta en su lugar de trabajo afectará a su productividad.
En vista de lo cual defiende que la elección del vestuario de trabajo debe ser algo muy personal, en medida de que tanto interactúa ese empleado con el público o los clientes de la empresa. Diciendo además, que en el caso de tener un trabajo de cara al usuario, la realidad es otra:
Si usted o sus empleados se relacionan con sus clientes de una manera exclusivamente profesional y de negocios, entonces su código de vestir debe reflejar eso. Hemos de tener en cuenta que muchos clientes juzgarán la productividad de un negocio basados únicamente en su nivel de profesionalismo.
Así, los expertos consideran importante una correcta manera de vestir del equipo en general, pero al parecer va a ser muy difícil llegar a un consenso sobre los códigos de vestimenta, por lo que hay que evaluar cada puesto de trabajo, cada empresa y negociar a partir de ahí:
Es importante tener en cuenta las preferencias generales de su personal, sobre todo si su objetivo principal en el establecimiento de directrices de vestimenta para aumentar la productividad y establecer un punto medio en el que la norma no signifique grandes gastos para la empresa en uniformidad, ni un mayor desembolso de dinero en ropa para los empleados.
Si su lugar de trabajo es muy informal a nivel de gestión de las relaciones empleado-jefe, no hay porque establecer un código de vestimenta demasiado riguroso, por ser poco necesario e inclusive contraproducente para la visión del líder que tendrá el equipo de trabajo. Por eso, si ya tenías un estricto código de vestimenta en tu empresa y has comenzado a notar un resentimiento sentido entre el personal a causa de ello, lo más recomendable es considerar la flexibilización de las normas de vestimenta. Sin embargo, es muy importante hacerlo sólo hasta el punto donde las percepciones de los clientes de su empresa no se verán afectadas negativamente. Hay que lograr un punto medio.
No todos los empleos requieren traje formal, pero algunos sí que requieren un look más juvenil y hasta controvertido, todo depende del sector al que vaya enfocado el producto:
No hay una fórmula que se puede aplicar a todos los lugares de trabajo, en su lugar, utilice su mejor juicio para decidir qué directrices de vestimenta son adecuadas para su empresa. Considere los objetivos particulares de su compañía, actitudes, empleados y clientes, y utilizar estas características para ayudarle a tomar una decisión.
Algunas formas en las que el uniforme si afecta en la productividad
Si es verdad que el asunto aún no queda claro del todo, en Clat, empresa de renting textil y lavado de ropa de trabajo, nos explican algunas formas en las que si se sabe que el atuendo laboral podría afectar directamente sobre el equipo de una empresa y su productividad:
El estado emocional y psicológico correcto
Algunos estudios realizados por consultoras en recursos humanos han detectado que la ropa casual en el entorno laboral bajan el ritmo de trabajo de los empleados. Esto debido a que el empleado no siente un cambio entre trabajo y hogar, y el estado de ánimo es el mismo. Mientras, si se plantea el uso de un uniforme, su diseño y la homogeneidad que se crea con el resto del equipo, hacen que el empleado cambie su estado mental y emocional.
Lo que si se debe intentar es que, dentro de lo posible, sea un uniforme cómodo y visualmente agradable, para que los empleados trabajen con una energía más estable y enfocada.
Se borran las barreras sociales y de estatus
En los ambientes de trabajo en donde el código de vestimenta es casual, se han llegado a observar algunos fenómenos de estrés y ansiedad. Los empleados comienzan a comparar su propia vestimenta con la del resto, generando barreras sociales, lo cual a su vez impacta directamente en el sentido de integración y pertenencia a un equipo.
Implementar un uniforme de trabajo ayuda a disminuir esta clase de reacciones, además de fortalecer el espíritu de trabajo en equipo. Esto porque se establece una atmósfera de igualdad y hace que las primeras impresiones sean estables, tanto entre empleados como frente a clientes, salvaguardando el estado emocional de los empleados y aumentando la productividad.
Percepción de autoridad y liderazgo
Proveer a los empleados con un uniforme de trabajo profesional, de diseño atractivo y formal confiere una sensación de liderazgo en el ambiente de trabajo, ya que se extiende al empleado la importancia que merece dentro de la organización. Además, se proyecta una imagen corporativa de excelencia frente a clientes.