El concepto de eficiencia está en boca de todos. Todos los aspectos de la vida cotidiana se amparan, cada vez más, bajo el paraguas de la eficiencia. Tenemos que ser eficientes en el trabajo, en los estudios, a la hora de adquirir productos, con el consumo, etc. Claro está, que ser eficiente, es un beneficio en innumerables sentidos.
La eficiencia, ahorra tiempo, dinero y disgustos. Se trata de un concepto que se está convirtiendo en filosofía de vida. Laboralmente hablando, la eficiencia, se traduce en beneficios. Si no vamos al terreno de la energía, se traduce en beneficios para todos: empresas, particulares y por supuesto, el planeta.
De eso vamos a hablar, de eficiencia energética y lo que conlleva. Para ello, hemos consultado con los profesionales de FENIE que amablemente nos han hablado de este tema en particular.
En pocas palabras, la eficiencia energética, va más allá del mero concepto: se trata de apostar por la protección de los recursos naturales y hacer un uso responsable de los mismos. Para lograr este objetivo, hay que llevar a cabo una serie de tareas que generen un verdadero impacto en la vida diaria.
Para alcanzar la mayor eficiencia energética, se pretende hacer un uso menor de la energía sin necesidad de que el hecho en sí, contribuya a mermar las actividades cotidianas. Por ello, se trata de conseguir alcanzar el objetivo de reducir el consumo diario promoviendo el ahorro energético.
La combinación del concepto con el desarrollo de las energías renovables, ha contribuido de forma notoria, a generar una mayor concienciación al respecto del consumo responsable. La reducción del consumo se hace posible al promover la utilización de sistemas de generación de energía más sostenibles.
La importancia de la eficiencia
Conseguir una eficiencia energética efectiva es tarea de todos: empresas, hogares, industrias, etc. Lo más importante para hacer posible una cierta unanimidad al respecto, es plantear políticas que se conviertan en parte de una cultura. Es decir, interiorizar esas acciones que redunden en un mayor aprovechamiento energético.
Los datos más actualizados, arrojan una información relevante respecto a los hogares: el consumo se ha visto reducido en los últimos años. Si bien es un dato muy positivo, todavía se puede hacer mejor.
La adquisición de elementos de bajo consumo y altamente eficientes durante los últimos años, ha ido in crecento, lo que se traduce en un ahorro energético en los hogares. Eso repercute no solo en los recursos naturales, también en los bolsillos del consumidor. Cabe tener en cuenta que adquirir electrodomésticos de clasificación energética A es una inversión que repercute en las facturas de energía. Cuantos más pluses tenga esa A, mayor será la eficiencia.
Desde televisores hasta aparatos de aire acondicionado, cuentan con esa homologación. Siendo así, no solo los hogares, pueden contar con la adquisición de aparatos eléctricos eficientes. La gran industria también.
Estrategias hay muchas para lograr esa eficiencia y ahorro energético. Implantarlas de modo que se conviertan en parte de la vida diaria, es el paso que estamos dando en la actualidad. Todo lo relacionado con la eficiencia, tiene consecuencias positivas para todo el mundo. De ahí, que todos tengamos que ser conscientes y aportar nuestro granito de arena.
Las ventajas de conseguir un mundo más sostenible son numerosas: desde el ahorro económico hasta el hecho de que los aparatos gozarán de una vida útil más larga, pasando por el impacto medioambiental. A largo plazo los beneficios serán todavía más notables que ahora. Una vez conseguido el objetivo de concienciar a la sociedad, el planeta en primera instancia nos lo agradecerá.
Para algunos, no obstante, esta nueva visión de la gestión de los recursos, parece algo desventajosa. El elevado coste de algunos artículos, la inversión que conlleva adaptar las viviendas y empresas para convertirlas en sostenibles, no les convence. Hay que trabajar en hacer ver que se trata de inversiones que se amortizan a muy corto plazo y benefician para toda la vida.
Los recursos naturales son de todos y para todos
Se nos olvida muchas veces que el planeta no es de unos pocos o para esos pocos. El planeta es de los más de siete mil millones de habitantes que lo pueblan, de los muchos otros seres vivos (que nos superan en número) que comparten su existencia con el ser humano y de la propia tierra.
El suelo que pisamos cada día, el agua que bebemos, la comida con la que nos alimentamos, es parte de un todo. Este ecosistema del que nos hemos erigido reyes, no es solo nuestro. La sostenibilidad tiene en cuenta estos aspectos que a gran parte de la población se le olvida. Los que estamos aquí hoy, no lo estaremos mañana, debemos también ser conscientes de ese punto. No podemos seguir consumiendo recursos sin pensar en el mañana.
Hay que tomar mayor conciencia todavía, invertir en energías renovables, consumir de forma responsable y contribuir a que el planeta, se recupere de la tortura a la que le estamos sometiendo.
Como ya venimos diciendo, los beneficios son numerosos. Repercuten en todos y lo mejor, es que no suponen ningún esfuerzo. Basta con no tener las luces encendidas cuando no es necesario. Aprovechar la luz natural, mantener las viviendas o empresas calientes o frescas (según la época) con un buen aislamiento… Pequeños detalles que hacen mucho.
Apostar por energías renovables y alejarse de las que más contaminan está en la mano de todos. Que la oferta se dispare y llegue a más lugares, es cuestión de que la conciencia social tome partido y deje de malgastar recursos innecesarios.
Obviamente, las empresas y gobiernos que tienen el poder para llevar a cabo los cambios reales, deben ser las primeras en tomar partido. No solo con campañas sobre como reciclar o contratar otros tipos de energía. Ofreciendo esas opciones y facilitando su consumo.
Dentro de los diferentes tipos de energías renovables que podemos encontrar, para favorecer su uso, no basta con que sean realmente eficientes. Al tratarse de recursos enteramente naturales aunque la mano del hombre este detrás, hay que tener en cuenta un factor determinante: la geografía.
Este detalle, convierte cada territorio en proclive a uno u otro tipo de energía que usar. Así, Islandia puede abastecerse con energía geotérmica en tanto que España, no. Algunos territorios españoles cuentan con grandes parques eólicos, pero en otras zonas, no corre el aire y no pueden abastecerse.
Las energías renovables son una excelente alternativa de la que todavía queda mucho camino por recorrer. Pero la eficiencia energética, pasa por ellas y llegarán a ser el motor de la misma.