La economía colaborativa no es nada nuevo, sino que desde los últimos años y a consecuencia de la crisis, ha crecido de manera exponencial. Este crecimiento fue cuantificado por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) allá por dos mil catorce, por ciento diez millones de dólares.
Para aquellos que no estén familiarizados con la economía o consumo colaborativo, diremos que se define como una interacción entre dos o más sujetos, a través de medios electrónicos o no, que satisface una o varias necesidades potenciales de los sujetos que intervienen. Principalmente se generan estas interacciones a través de las plataformas digitales, en las que los usuarios pueden intercambiar roles con total libertad.
La idea básica del consumo colaborativo es compartir para mejorar, y esto está suponiendo un cambio económico y cultural en lo referente a los hábitos de consumo. Hemos pasado de una década (la de principios de los dos mil) en la que lo habitual era comprar en propiedad diferentes tipos de bienes (viviendas y vehículos, por ejemplo), a un momento actual en el que lo que se necesita es utilizar un bien cuando es necesario sin necesidad de adquirirlo.
Esto se debe a varios factores, que principalmente son sociales y económicos. Para entender este cambio desde el punto de vista social, hay que atender por un lado a las generaciones que hacen uso de estos servicios colaborativos, y por otro al desarrollo de las nuevas tecnologías y de Internet.
Las nuevas generaciones de hoy en día han crecido en un momento de crisis histórica, y han aprendido de los errores cometidos por la sociedad. La economía colaborativa, viene a suplir la necesidad transitoria de un bien, que se obtiene sin necesidad de desembolsar grandes sumas de dinero. Esto hace que los jóvenes (sobre todo Millennials) vean en este tipo de servicios una utilidad que está por encima de la propiedad.
Respecto a Internet, no podemos olvidar que desde que empezó la crisis, la tecnología ha avanzado de manera tan rápida que a día de hoy somos capaces de gestionar casi toda nuestra vida desde un teléfono móvil. Los Smartphone han permitido que los bienes y servicios se contraten a través de estos medios, llevando la economía colaborativa a un nivel mucho más desarrollado y dinámico.
Las necesidades en vehículos
En lo que respecta en vehículos, empresas como Cabify o Uber, han puesto en el mercado un servicio de transporte en la ciudad, en el que los usuarios pueden introducir su destino en una aplicación en el Smartphone, y varios conductores ofrecen un precio que pagas a través de la aplicación, una vez que has llegado a tu destino.
Este sistema de transporte está revolucionando las ciudades, y está siendo muy polémico debido a que los taxistas no pueden competir debido al precio de las licencias. De hecho este tema ha llegado hasta la Unión Europea, llegando a determinar que este tipo de servicios necesitan licencias específicas para prestar servicios en los estados miembros, y no solo una plataforma online.
En España no se prevé que estas declaraciones, que normalmente son seguidas por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, tengan mucho efecto. Porque actualmente se necesitan de licencias específicas por parte de los conductores que ofrecen estos servicios. Este tipo de licencias son denominadas VTC, transporte privado de personas, y son un requisito legal para ofrecer los servicios de transporte.
A pesar de todo, no solo existen empresas en las que solicitan los servicios a través de aplicaciones, también existen empresas que se encargan de ofrecer servicios de chófer privado y taxi de lujo, como es el caso Travel Car, que además se encarga de ofrecer oportunidades de inversión dentro de las licencias de VTC.
En conclusión, la economía colaborativa ha llegado para quedarse, y sobretodo visto el éxito que están teniendo entre los más jóvenes, que prefieren utilizar estos servicios antes que comprar un vehículo.