En este foro que tenemos solemos contarte las mil y una ventajas de internet, sobre cómo este influye en tu vida pero también en tu negocio. Lo que no hacemos nunca es hablarte de aquellas cosas para las que la red no te sirve de nada en tu empresa.
Veamos algunas de ellas:
- ¿Te has planteado alguna vez cómo los clientes comprueban la calidad de tus productos? La red está genial para mostrar fotos y portfolios, pero no sirve de nada si lo queremos vender realmente no se puede ver ni apreciar todas sus características con claridad. Hace poco yo misma quise comprar un sillón relax para leer en casa los fines de semana. Por las especificaciones de la oferta que vi en el periódico no tenía mala pinta, pero había que adquirirlo únicamente a través de internet y corría el riesgo de gastarme doscientos euros y que luego fuese poco cómodo o que estuviese mal rematado. No obstante, no era una cantidad desorbitada, pero imaginemos qué pasaría si el gasto fuese mayor. Por ejemplo, una empresa como Piscinas DTP, que se dedica a la construcción de piscinas, nos puede hablar de las maravillas de sus bañeras a través de la red. Y ciertamente son de una gran calidad y sus especificaciones técnicas son tan claras que no nos queda ninguna duda. Pero además de las fotos pueden ofrecer visitas a sus trabajos y pruebas de material a sus clientes, lo que despeja cualquier vacilación por parte del cliente.
- El contacto con el comprador es también fundamental. Ya sabemos que la red nos permite chatear, enviarnos correo e incluso saturar de información a los clientes de nuestros productos o servicios, pero muchas personas siguen primando sobre todas estas cosas el contacto con un profesional que se interese por su caso y les asesore. No es lo mismo comprarte unos muebles a través de internet que recibir en tu propia casa al trabajador de esa fábrica y que él mismo te asesore acerca de qué te vendría mejor en el hueco que deseas decorar.
- Asimismo, muchos clientes valoran también el tener facilidades a la hora de devolver los artículos adquiridos o de cambiarlos por otros. Sucede esto mucho con las prendas de ropa. Comprar a través de la red hace que sea complicado acertar con las tallas, y tener que devolverlo después supone un trastorno y, a veces, incluso un gasto al tener que pagar a un mensajero para que lo lleve. Asimismo, los clientes deben estar después pendientes de que se les realice el abono del dinero pagado por la prenda. En el caso de las tiendas físicas, esto es mucho más sencillo, ya que el cliente puede probarse allí mismo lo que desee o incluso hacerlo en casa, pero sabe perfectamente adonde tiene que volver para cambiarlo sin necesidad de gastar en mensajería y en el momento puede recibir el dinero de la devolución o hacer la operación a su tarjeta si no pagó en efectivo y quedarse con el resguardo del abono.
- La red es también foco de muchas quejas, así como sucede con las tiendas físicas. Pero normalmente, cuando queremos poner una reclamación o acudir en busca de soluciones por haber adquirido un producto estropeado o en mal estado, la red siempre tiene más trabas. No es como ir a un mostrador y explicar nuestro problema y pedir una hoja de reclamaciones si no nos quedamos tranquilos con la respuesta que nos dan, sino que solemos encontrar una dirección de correo electrónico, un aséptico formulario que rellenar con nuestro problema, o incluso, en el mejor de los casos, un teléfono que normalmente es de pago, y no de los baratos. Si alguna vez os habéis sentido identificados con esos clientes que llaman y gastan un dineral en la factura del teléfono, que están a la espera de que les atiendan o que no consiguen que les respondan a las comunicaciones, sabréis discernir bien por qué una tienda física es mucho mejor que un contacto por la red en este sentido.