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Qué son los riesgos en una empresa

El riesgo es consustancial a cualquier actividad mercantil y fundamenta el concepto de beneficio empresarial, porque para conseguir sus objetivos (creación de valor, obtención de beneficios, continuidad  de  la  actividad)  la  empresa o el  empresario  autónomo debe asumir riesgos. Sin embargo, la noción del riesgo está más  relacionada  con  los  términos  “peligro”  o  “amenaza”  y  se  define como la posibilidad de que se produzca un contratiempo o perjuicio sobre las personas o las cosas. De ahí que sea tan importante que nos rodeemos siempre de buenos proveedores y profesionales de calidad para minimizar los problemas lo máximo posible. En mi compañía lo hicimos con Rielec, para esos procesos en los que no éramos muy duchos, y la verdad es que lo estamos notando, ya que con su buen mantenimiento tenemos menos averías y, por lo tanto, menos gastos.

Rielec diseña, monta e instala cuadros eléctricos de diversos tipos, tanto de potencia como de maniobra, desde los más sencillos a los más complejos. También realiza pupitres de control, automatismos sinópticos, cuadros neumáticos, ofrece soluciones RFID en España y sistemas RFID y botoneras de maniobra usando siempre materiales de primera calidad para asegurar un resultado óptimo y una mayor durabilidad. Cuentan con personal especializado y con una amplia experiencia. Para el buen funcionamiento de las instalaciones su equipo de técnicos presta dos tipos de mantenimiento, el correctivo y el preventivo. El mantenimiento preventivo comprende una comprobación y/o sustitución de los puntos más críticos antes de que se puedan dañar, haciendo que la máquina, equipo o línea de producción continúe funcionando de la forma más óptima posible. Se trata de prever averías mediante revisiones y diagnósticos estableciendo un plan de actuación en función de las horas trabajadas. En definitiva, evitar que surjan más riesgos, que no dejan de ser un gasto de dinero o directamente una pérdida.

Para medir o estimar la magnitud de un riesgo normalmente se analiza la probabilidad de ocurrencia (es decir, la frecuencia) y la gravedad de los daños que pueda producir (su magnitud económica o personal). Se suele indicar mediante la fórmula: Riesgo = Probabilidad x Gravedad.

El  riesgo  será  más  importante  cuanto  mayor  sea  la  frecuencia  de aparición y/o mayor sea la gravedad de los daños cuando se materialice.

¿Qué tipos de riesgos existen?

Hay dos grandes grupos de riesgos según se explica en la guía para la protección del trabajador autónomo:

  • Riesgos de negocio. Son aquellos relacionados directamente con  las  decisiones  empresariales,  y  pueden  dar  lugar  a  pérdidas  o  a    Cuando  se  inicia  una  nueva  actividad,  o  se  decide  lanzar  un  nuevo  producto  o  servicio,  o  se  construyen  o  alquilan  unas  nuevas  instalaciones,  por  ejemplo, se busca obtener una ganancia, pero ello implica tomar decisiones cuyas consecuencias son inciertas. En este caso, se  están  asumiendo  los  riesgos  derivados  de  la  posibilidad  de equivocarnos y así alcanzar resultados que no se corresponden con los objetivos previstos. La materialización de los riesgos de negocio puede influir en la cuenta de resultados de la empresa.
  • Riesgos accidentales  o  La  materialización  de  los  riesgos  puros  solo  da  lugar  a  pérdidas.  Un  incendio,  una  inundación, un accidente de trabajo o un robo son ejemplos de ello.

Con  carácter  general,  los  riesgos  a  los  que  se  enfrenta  cualquier tipo de empresa, incluidos los trabajadores autónomos y las  micro y  pequeñas  empresas,  pueden  agruparse  en  cuatro  áreas clave que impactan directamente en las actividades empresariales:

  1. Riesgos sobre el  patrimonio  de  la  empresa. Afectan  a  los  activos materiales e inmateriales que posee: los inmuebles e instalaciones fijas, el mobiliario, la maquinaria y los equipos electrónicos,  las  materias  primas  y  las  existencias,  y  los  vehículos.
  2. Riesgos sobre las  personas  de  la  empresa.  En  el  caso  del  trabajador autónomo, el principal riesgo se deriva de las consecuencias  de  los  accidentes  en  el  trabajo  y  enfermedades  profesionales.
  3. Riesgos sobre la responsabilidad. Debe protegerse el patrimonio del autónomo  frente  a  las  obligaciones  derivadas  de  reclamaciones por daños ocasionados a terceros ajenos a su actividad profesional, con ocasión o a consecuencia de la actividad económica que desarrolla. Conviene recordar que  la  responsabilidad  del  trabajador  por  cuenta  propia  es  ilimitada, es decir, que responde con la práctica totalidad de sus bienes presentes y futuros.
  4. Riesgos sobre los  ingresos.  Aquellos  que  afectan  a  los  resultados de gestión derivados de la posible paralización de la actividad por un accidente o un siniestro grave en sus instalaciones o elementos de trabajo principales, y de los posibles impagos de las ventas que realizan a crédito.

¿Cómo se gestionan los riesgos?

La  única  arma  de  que  dispone  el  autónomo  para  hacer  frente  al  riesgo  es  la  gerencia  de  riesgos,  definida  como  el  conjunto  de procesos destinados a proteger los elementos y recursos de una empresa contra los daños y pérdidas derivados de un posible hecho accidental.

Su  objetivo  es  minimizar  los  costes  derivados  de  los  daños  resultantes de la materialización de dichos riesgos y, en definitiva, ayudar a la supervivencia de la empresa.

El primer paso es identificar los riesgos, pues los no identificados no podrán ser gestionados. Una vez conocidos debe evaluarse su importancia, estimando su frecuencia de aparición y la relevancia  de  las  consecuencias:  los  daños;  así  podremos  catalogar  y  clasificar las diferentes amenazas, por orden de importancia, y empezar su tratamiento.

Las primeras medidas correctoras pueden ser eliminar la fuente o el origen del riesgo (por ejemplo, no fumar al trabajar con líquidos inflamables), reducir la frecuencia de aparición de ese riesgo (por ejemplo, empleando un método de trabajo más seguro), reducir  la  importancia  de  sus  consecuencias  (por  ejemplo,  utilizar protección personal como guantes o casco para reducir el efecto de un golpe o impacto).

El primer paso para evitar los riesgos es siempre mantener unas óptimas condiciones de orden, limpieza y seguridad en instalaciones,  útiles  de  trabajo  y  herramientas,  maquinaria,  sistemas  de  protección  y  respuesta  ante  emergencias  (extintores,  alarmas,  etc.),  formación  e  información  de  los  trabajadores,  mantenimiento, etc. Pero para su total tranquilidad, además existen seguros que protegen frente a los daños que pudieran sufrir.

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