Aunque estamos pasando uno de los años mas calurosos que se recuerden, hay que tener presente que el invierno, esta a la vuelta de la esquina. El frio amenaza con presentarse de improvisto y dejarnos helados sin previo aviso. Hemos perdido el tránsito entre estaciones que ofrecían esa posibilidad de aclimatarse paulatinamente a la llegada de la nueva estación. El invierno y el verano se dan la mano sin mediar con primavera y otoño. Cuando quieres darte cuenta, el frio arremete; cuando el frio desaparece, el calor se vuelve insoportable.
Por esta razón, conviene estar preparado para la llegada inminente de las bajas temperaturas que, si bien, a lo mejor no se prolongan en el tiempo, pueden resultar insoportablemente extremas. Para combatir la llegada de ese frio, nada mejor que hablar con los profesionales de Megahogar, expertos en elemento calefactantes, sobre los posibles métodos de calefacción existentes en el mercado.
Sin duda alguna, los métodos tradicionales para mantener caliente un espacio, son los más eficaces y sostenibles. Nos referimos a la tradicional chimenea, la que tiene por combustible leña y es capaz de calentar una vivienda por si misma sin necesidad de radiadores, costosas instalaciones o electricidad. La eficiencia, sostenibilidad y economía de la chimenea, están a años luz de otros de los métodos de los que vamos a hablar. Puesto que la chimenea hoy es un lujo al alcance de pocos, no por los costes si no por las propias viviendas, no nos queda más alternativa que enumerar los diferentes tipos de calefacción que podemos encontrar en el mercado.
Salvo que tengas el privilegio de contar con una chimenea en el salón, sigue leyendo para conocer que sistema es el más adecuado a tus necesidades o preferencias.
El objetivo único de un sistema de calefacción, es generar calor para aumentar la temperatura del interior de un lugar cerrado. Los métodos para lograr este objetivo difieren entre sí, en función de las características particulares de cada uno.
Siendo así, un sistema de calefacción de gas, necesitará de este combustible para calentar el agua que circula por el sistema; uno eléctrico, necesitará del suministro de electricidad para lograr el mismo fin.
Debido a la evolución tecnológica y a la propia preocupación por el medio ambiente, los métodos para calentar las viviendas, están variando. Encontrando en el mercado calefacciones de diversa índole: de gas, eléctrica, geotermia, aerotermia o calderas de biomasa; acumuladores, calefactores eléctricos, estufas, emisores térmicos, etc.
Tipos de calefacción según el suministro
Teniendo en cuenta el método de combustión que utilice el sistema de calefacción, existen varios tipos, cada uno con sus ventajas e inconvenientes.
Empezamos con los que necesitan electricidad. Dentro de este grupo, encontramos calderas individuales, radiadores, acumuladores eléctricos, hilo radiante, emisores térmicos, calefactores y en definitiva, cualquier aparato que requiera de electricidad para funcionar.
Es cada vez más habitual encontrar en las viviendas calderas eléctricas, acumuladores, radiadores o en su defecto, calefactores independientes. Las ventajas con las que cuentan estos sistemas de calefacción, son las instalaciones más sencillas, que se valen de una energía limpia que no conlleva perdidas o fugas como puede ocurrir con el gas. Tampoco depende de bombonas y el suministro de electricidad es continuo.
En contra, cuenta con los precios de la electricidad que ya de por sí, es elevado. El rendimiento de los aparatos eléctricos es considerablemente bueno, pero conviene tener en cuenta el aislamiento de la vivienda, ya que el incremento de los costes puede ser notable en caso de que este mal aislada.
Una gran mayoría de hogares españoles, cuenta con la archiconocida calefacción de gas. Desde el gas butano hasta el gas natural, son métodos de calefacción mas que habituales, siendo generalmente centrales. En este caso, cuenta con la ventaja de que si se trata de una calefacción central de gas, disminuye el coste (disminuía, puesto que las cuestiones políticas nos están dejando sin suministros).
El funcionamiento de este método, es mediante calderas y radiadores de agua en las habitaciones de la vivienda. Tanto si es individual como si se trata de una central, se trata de un suministro seguro y práctico.
En el caso de que la instalación sea de gas butano, la cuestión cambia ya que la necesidad de contar con la bombona de gas limita bastante, además de ser más toxicas y necesitar mayor ventilación y control profesional.
Cada vez con mayor acogida, la calefacción de suelo radiante es la opción por excelencia para aquellos que puedan permitirse el desembolso que conlleva su instalación. Si bien es cierto que, inicialmente el coste se ve incrementado pues la instalación es costosa y requiere de un estudio previo, la amortización se hará sola.
Este tipo de calefacción utiliza una temperatura bastante baja en comparación con los radiadores habituales: de treinta a cuarenta y cinco grados, frente a los ochenta u ochenta y cinco. Combinado con un sistema de calefacción eficiente como la geotermia o la energía solar, el ahorro es considerable.
Se trata, además, de un tipo de calefacción tan eficiente como sostenible que permite pasear descalzo por la casa en las épocas de frio.
Uno de los sistemas de calefacción también habituales, son las bombas de frio y calor. Con una doble función, pues en invierno generan calor y en verano, refrigeran. Funcionan gracias a la electricidad, pero obtienen la energía calorífica del aire, transportándolo al interior de la vivienda para calentarla.
A favor tiene que no requiere de demasiada energía para elevar la temperatura, sin embargo, no distribuye el calor de manera homogénea. Calienta la zona donde se encuentra, por lo que es muy útil para calentar espacios pequeños con rapidez, pero no para espacios grandes. Otro factor determinante es que, si bien calienta rápidamente, el calor se dispersa con la misma velocidad.
No esta considerado como un sistema de calefacción eficiente puesto que cuenta con algunas limitaciones como la temperatura. En el caso de que baje de cuatro grados centígrados, su rendimiento se ve notablemente afectado. Por lo tanto, es adecuada para zonas donde no haya temperaturas extremas y habitaciones de pequeño tamaño.
Otros combustibles para abastecer las calefacciones
Si existen en el mercado infinidad de métodos de calefacción, también existen gran variedad de combustibles para abastecerlos. En función de este combustible, se determina su eficiencia energética.
Los sistemas de calefacción como calderas o estufas alimentadas por diferentes combustibles pueden influir en el ahorro energético y, por ende, económico.
La calefacción moderna, está encontrando su alimentación en combustibles como el gasóleo o la parafina, ambos subproductos del petróleo. Alejándose de las calderas de carbón y reduciendo así la huella de carbono.
Aunque las chimeneas, de las que hablábamos al principio, no suelen venir de serie, existen en el mercado estufas que funcionan con leña o pellet. Muy de moda en los últimos tiempos y que ayudan a crear ese entorno cálido en el hogar.
La biomasa, es otro de los combustibles que cada vez, cuenta con más adeptos. Estos residuos orgánicos procedentes de distintos elementos vegetales como los huesos de aceituna (muy revalorizados gracias a esta función) o cáscaras de frutos secos, aseguran una calefacción segura y eficiente.
Los sistemas de calefacción actuales son cada vez más eficientes, no obstante, la mayoría de los hogares no cuentan con los sistemas de calefacción que quisieran. Para poder instalar alguno de los sistemas mencionados, es necesario realizar un desembolso importante y una considerable obra en la vivienda.
En el caso de que se pueda uno permitir realizar la obra y la instalación deberá tener en cuenta todas las consideraciones mencionadas en lo que respecta a los diferentes sistemas y decantarse por aquel que más convenga a sus necesidades.
Huelga decir que lo más sencillo es adquirir sistemas de calefacción independientes que no requieran de instalación profesional. Como puedan ser estufas de gas butano, eléctricas o de pellet.
Otras alternativas, son la cantidad de sistemas de calefacción eléctricos que solo requieren de ser enchufados a la red. En este campo se abre un abanico inmenso de posibilidades pudiendo encontrar desde calefactores cerámicos hasta emisores térmicos con diversa capacidad de calentamiento.
Muchos de estos aparatos eléctricos, son eficientes y económicos tanto en la adquisición como en la factura de la electricidad. Si bien es cierto que hay que contar con que la capacidad de calentar espacios grandes es limitada y en muchas ocasiones, es necesario contar con más de un aparato en la misma vivienda.
Lo que queda claro, es que para lograr mantener caliente una vivienda, hace falta reunir diversos factores: el sistema de calefacción, el combustible o alimentación del que se vale, el tamaño de la vivienda, la ubicación de la misma y por supuesto, el aislamiento con el que cuente.
Cuando alguno de estos factores no es acorde, puede producirse esa deficiencia en la misión de aumentar la temperatura de la vivienda. Una de las cuestiones a tener en cuenta a la hora de adquirir una vivienda, es contar con viviendas a ambos lados, arriba y abajo, además de la orientación, cuanto más al sur, mejor. Si cuentas con vecinos, las calefacciones de todos, contribuirán a mantener caliente la vivienda de manera más eficiente.